Matilda es un cuento de Roald Dahl que primó en mi niñez y siempre tendrá un lugar en mi memoria. Fue mi primera elección para este proyecto, porque llegué a él de niña. En ese momento, mi madre se dedicaba a dictar clases de apoyo escolar, y yo, con solo 4 años, me consideraba una alumna más, exigiendo tareas y abriéndome un lugar en la mesa del comedor, atiborrada de libros de secundaria gastados.
Este pasaje cuenta sobre el hambre de la lectura, del descubrimiento que no te permite quitar la mirada de la página, del asombro que se siente al encontrar, no solo el mundo, sino los mundos creados y descritos por la imaginación de otras personas.
Este pasaje cuenta sobre el hambre de la lectura, del descubrimiento que no te permite quitar la mirada de la página, del asombro que se siente al encontrar, no solo el mundo, sino los mundos creados y descritos por la imaginación de otras personas.
Como toda niña, Matilda no solo va a leer lo que ha sido seleccionado 'apto para ella'. Una vez consumido este combustible, la curiosidad crecerá alimentada por esas historias alternas, más complejas y ricas.
Aquí, con el consejo de la bibliotecaria, Matilda elije los cuentos de Dickens por su variedad de temas y personajes.
Elegí una paleta que no necesariamente se puede considerar infantil, como la historia de Matilda, con sus matices y desprolijidades. Las luces y sombras acompañan esta ensoñación, junto con el elemento de la textura provistos por los plenos de acuarela.
La composición esta creada para reforzar la idea de la abstracción que le produce el acto de la lectura y la dirección de toda su atención.
Matilda es esa niña que nos habita a muchas, la que simplemente nunca dejará de incrementar el volumen de su biblioteca de adulta. La que alberga historias, puntos de vista y formas de ver el mundo, desde el más similar al más ajeno; cuidadosamente curado bajo el ojo voraz de una lectora que aprendió a conservar el hábito de maravillarse.
Estudios de composición
Línea & color grosso
Final
Texto
Emplazamiento
